top of page

Descubriendo la Fuente Grande 1

Al tomar la carretera de circunvalación de Ocaña, desde la  cuesta de Botones en dirección a la ermita de Jesús de las Cuevas, el viajero se adentra en un paisaje que guarda secretos inesperados. A medida que el camino avanza, se abre ante la mirada una construcción monumental que sorprende por su grandeza silenciosa y su carácter único.

Allí, en pleno corazón del llamado Valle Mayor, surge esta obra singular, concebida para aprovechar las aguas que brotan de los numerosos manantiales subterráneos que discurren bajo la tierra. Su presencia, imponente y serena, habla de la estrecha relación entre la ingeniería tradicional y la naturaleza generosa del entorno.

Descubrirla es comprender un fragmento esencial de la identidad de Ocaña: un lugar donde el paisaje, la historia y el ingenio humano se entrelazan para ofrecer al caminante un momento de asombro y contemplación.

La serie que aquí comienza pretende dar a conocer  los misterios que esconde este monumento emblemático. En cada episodio recorreremos sus estancias, sus pasadizos y sus espacios más evocadores, mostrando los rincones más interesantes de nuestra Fuente Grande, ese tesoro hidráulico que acompaña la historia y la identidad de Ocaña.

VER VIDEO

Descubriendo la Fuente Grande 2

Los lavaderos I

El acceso a los lavaderos se realiza a través de una escalera de dos ramales que, como dos brazos abiertos, confluyen en lo alto de un apacible descansillo. Desde allí, el visitante contempla la solemnidad de los dos grandes lavaderos, auténticas naves de agua, que se extienden con sus 4,4 metros de ancho por 43,5 de largo. El pavimento, trazado en forma de V, guía con discreta inteligencia el fluir del agua hacia el desagüe de los lavaderos.

A la izquierda, uno de los lavaderos revela una división en dos partes desiguales. La menor, casi un espacio reservado, cumplía una función muy especial: allí se lavaban las prendas de los enfermos y de los difuntos, separándolas con rigor del resto para evitar contagios y preservar la salubridad de quienes acudían a lavar la ropa cotidiana. Así, el propio diseño del lavadero se convierte en testimonio de las antiguas precauciones y del conocimiento práctico que guiaba la vida comunitaria.

Descubriendo la Fuente Grande 3

Los lavaderos II

El suelo de todo el recinto está cubierto por grandes losas de piedra, dispuestas con la sabiduría práctica de otros tiempos. Gracias a la inclinación adecuada y a los vertidos cuidadosamente previstos, estas losas facilitaban el desagüe natural de todo el conjunto, permitiendo que el agua cumpliera su ciclo con orden y armonía.

El agua, siempre inquieta y precisa, avanza desde la fuente hasta los lavaderos por un estrecho canalillo que discurre bajo las hornacinas, casi oculto, como si quisiera preservar el misterio de su recorrido.

Descubriendo la Fuente Grande 4

 Desagüe general de la Fuente y abrevaderos

 Observemos un paso abovedado que atraviesa el camino que, por el oeste, delimita la fuente. Bajo esa bóveda silenciosa, el agua continúa su marcha y desciende hacia los huertos situados más abajo en el Valle, convirtiéndose así en el desagüe general de la Fuente.

Aprovechando el sólido muro que separa la Fuente de los lavaderos, se levantó un imponente abrevadero, concebido para responder a las necesidades de hombres y animales. Su amplia estructura aparece dividida en dos partes casi iguales por un murete de piedra, sencillo pero firme, que ordena el espacio y distribuye las aguas con equilibrio.

Descubriendo la Fuente Grande 5

Los guardianes de la Fuente

En los extremos de la cubierta del pórtico descubrimos dos leones de piedra que portan el escudo de la Villa. Su presencia, solemne y silenciosa, parece vigilar el ir y venir de quienes se acercan a la Fuente, como si fuesen los guardianes eternos del lugar. Fijos en su atalaya, estos leones pétreos custodian no solo la entrada, sino también la memoria y el simbolismo que envuelven a este espacio singular.

Descubriendo la Fuente Grande 6

El  pórtico I

En el interior del pórtico se halla un pilón dividido en dos sectores por un muro que se alza casi en el centro mismo de la estructura, ordenando el espacio con sobria geometría. Paralelo al muro posterior, y justo a la altura por donde brota el agua, discurre un canalillo discreto pero esencial: recoge las aguas procedentes de los manantiales de peor calidad y las conduce con serenidad hacia los abrevaderos y lavaderos. Así, incluso los caudales más humildes encuentran su utilidad dentro de este ingenioso entramado hidráulico.

Foto video 006_edited.png

Descubriendo la Fuente Grande 7

El pórtico II.

El agua llegaba al recinto por dos orificios abiertos a la altura de los canalillos que provenían de la mina. En su origen, dos caños eran suficientes para atender las necesidades de la población, vertiendo directamente en el pilón con su fluir constante. Tras la reforma de 1870, la Fuente vio ampliado su servicio: los humildes caños iniciales dieron paso a diez caños de bronce, cuya presencia no solo incrementó el caudal disponible, sino que añadió un toque de nobleza al conjunto hidráulico.

Descubriendo la Fuente Grande 8

 Las galerías de captación de agua I

 A través de la puerta situada sobre los primeros caños se accede a una galería abovedada que impresiona por sus proporciones: dos metros de altura, un metro de ancho y doscientos cuarenta y cinco metros de longitud. El suelo está recorrido por dos canalillos rectos y paralelos, que dejan en medio un paso estrecho pero suficiente para que un hombre pueda avanzar con cuidado, como adentrándose en las entrañas mismas de la tierra.

A cincuenta y ocho metros de la entrada aparece el primer respiradero, una abertura que permitía iluminar tenuemente el corredor y asegurar la ventilación de las galerías. Por él, la luz y el aire encontraban paso, aliviando la penumbra y recordando al caminante que, incluso bajo tierra, el mundo exterior seguía presente.

Descubriendo la Fuente Grande 9

Las galerías de captación del agua II

Llegamos a una habitación de planta cuadrada, un recinto donde el tiempo parece detenerse para escuchar el constante susurro del agua. En su centro se alza un distribuidor al que llegan, disciplinados, los caudales procedentes de dos canales que convergen en este punto como en un pequeño santuario subterráneo.

La estancia se halla cubierta por una bóveda vaída de ladrillo, hábilmente construida, ejemplo refinado de la arquitectura renacentista que dota de nobleza incluso a este espacio funcional.

En uno de sus costados se distingue la antigua escalera que, en su origen, permitía descender a las minas de captación de agua. Hoy permanece como un vestigio silencioso, una huella del ingenio hidráulico que alimentó durante siglos la vida de la Fuente.

Descubriendo la Fuente Grande 10

Las galerías de captación del agua III

Nos adentramos en una nueva galería que, tras describir un breve zigzag a pocos metros de la sala anterior, retoma su curso en línea recta, aunque estrechándose de manera perceptible. El pasadizo conduce finalmente a una estancia singular, un espacio en penumbra donde aún pueden apreciarse restos de un posible entarimado, como huellas silenciosas de un uso olvidado. Desde esta cámara parten otras dos galerías todavía inexploradas, que se abren como promesas de misterios por desvelar.

Muy cerca de la entrada de esta galería descubrimos otra estancia, coronada por una doble bóveda que realza su carácter enigmático. Desde ella arrancan también dos galerías, hoy obstruidas, que en su día debieron formar parte del intrincado laberinto hidráulico que recorre las entrañas del valle. Cada una de estas ramificaciones parece reclamar un relato propio, oculto entre sus muros y la oscuridad del tiempo.

Descubriendo la Fuente Grande 11

Las galerías de captación del agua III

Del lado derecho de la estancia descrita en el video 9 parte otra galería, también abovedada y construida con las mismas proporciones y materiales que la primera, aunque en esta ocasión  recorre su suelo un único canalillo de agua, que avanza como un hilo transparente en la penumbra.

Esta galería desemboca en una cámara cuadrada que alberga un depósito central. La acústica singular de su bóveda ha hecho que se la conozca como la cámara de los secretos, nombre que comparte con otras salas célebres del Escorial y de la Alhambra de Granada, donde el más leve susurro se multiplica y viaja por sus muros con precisión sorprendente.

La estancia se comunica con otra contigua, de proporciones mucho mayores, a través de tres accesos que la conectan como si se tratara de un pequeño laberinto subterráneo. Allí, en ese juego de salas y resonancias, la arquitectura parece conjugar utilidad e ingenio con un misterio que permanece intacto a través de los siglos.

Descubriendo la Fuente Grande 12

Llegamos a una cámara rectangular cubierta por una bóveda de cañón, sólidamente reforzada con tres arcos fajones que parecen sostener el peso del tiempo. En el lado derecho se abre un pozo de agua turquesa, de unos cinco metros de profundidad, cuya transparencia permite contemplar los estratos de la roca como páginas abiertas de una historia geológica silenciosa.

En el centro de la sala se alza un decantador que recoge el agua de dos manantiales; uno de ellos llega desde la galería situada a la izquierda, trazando un recorrido oculto que desemboca aquí como un susurro subterráneo.

En los muros aún perviven las huellas de antiguos visitantes, nombres grabados en la piedra con el deseo íntimo de permanecer, de dejar constancia de su paso por este mundo subterráneo que tanto asombra como intriga.

Quedan, sin embargo, muchas incógnitas por resolver y numerosas galerías por descubrir. Sería necesario profundizar en los estudios sobre el terreno. Ayúdanos a desvelar los secretos que aún guarda este prodigioso laberinto de agua y piedra.

bottom of page