Amigos de la Fuente Grande de Ocaña



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Hay lugares que cuentan con un magnetismo especial, una fuerza de atracción inexplicable que quizás surja de las propiedades geológicas del lugar. El Genius Loci o genio del lugar ha hecho posible erigir en ellos obras de destacado interés arquitectónico que en ocasiones suponen lo más elaborado de una determinada tipología constructiva, o en otras toda una rareza que lo hace si cabe, aún más especial.
Entre estas dos caras de la moneda llegamos a la conocida como Fuente Grande de la villa de Ocaña. Una vez aquí, los ojos de nuestro siglo pueden dudar acerca de qué es lo que se erige a nuestro alrededor, tal vez crean estar viendo una sobria plaza porticada de la época de los Austrias o quizás una desconcertante reinterpretación castellana del templo funerario de Hatshepsut en el antiguo Egipto… Quién sabe qué más.
Sin embargo, todo lo que nos rodea es una fuente, una arquitectura para el agua pensada desde su origen de los veneros allá donde brota, hasta el lugar donde se produce su recogida y uso. En la Fuente de Ocaña este acto se ennoblece mediante la soberbia disposición arquitectónica que organiza un enorme complejo hidráulico que bebe de las antiguas tipologías islámicas para su captación, almacenamiento y traslado; y de la severa organización romana y renacentista para hacerla visible y accesible a la villa. Ya desde la Edad Media, Ocaña venía abasteciendo su necesidad del preciado líquido de varios manantiales presentes en la meseta de la localidad, pero en el siglo XVI, debido al crecimiento demográfico y la progresiva pujanza económica de la villa, se actualizó la vieja conducción y se construyó la parte visible de este sistema con una monumental fuente porticada…
JR.